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viernes, 27 de mayo de 2011

Cartago y los cartagineses.

Cartago (antigua) ciudad de la antigüedad, en la costa norte de África, cerca de la actual ciudad de Túnez. Dido fue la legendaria fundadora y reina de Cartago; la ciudad probablemente fue establecida como puesto comercial hacia finales del siglo IX a.C. por los fenicios. Los primeros objetos desenterrados por los arqueólogos en el emplazamiento datan del 800 a.C. La ciudad era conocida por sus habitantes púnicos o fenicios como la 'Ciudad Nueva', probablemente para distinguirla de Útica, la 'Ciudad Vieja'. Construida en una península que sobresale del golfo de Túnez, Cartago tuvo dos espléndidos puertos, conectados a través de un canal. Por encima de los puertos, sobre una colina, se encontraba la fortaleza amurallada de Byrsa.
La ciudad de Cartago se encontraba en el noreste del Magreb, en el actual Túnez, cerca de la capital. Se ubicaba en un istmo, una franja de tierra unida al continente africano y protegida por una triple muralla. Era emplazamiento privilegiado, ubicado en lo alto de un promontorio que dominaba las cuencas occidental y oriental del Mediterráneo.


Ruinas de  Cartago.
Dentro de la ciudad, próximos a la línea de costa, se encontraban los dos puertos de la ciudad, muy famosos en la Antigüedad. Uno de los puertos estaba destinado a un uso civil, con forma rectangular, mientras que el otro era el puerto militar, de forma circular y con una pequeña isla en su centro, donde se ubicaba el puesto de control del almirante. Ambos puertos se hallaban comunicados por un estrecho canal, de forma que los barcos de guerra debían salir a alta mar atravesando el puerto civil. El poder marítimo permitió a los cartagineses extender sus asentamientos y conquistas, formando un imperio disperso dedicado al comercio. Entre sus empresas comerciales destacaban la minería de plata y plomo, la fabricación de camas y ropa de cama, una industria maderera en las montañas del Atlas, la fabricación de cerámica, joyería y cristalería sencilla y barata, y la exportación de animales salvajes de las junglas africanas, fruta, nueces, marfil y oro.La ciudad de Cartago se encontraba en el noreste del Magreb, en el actual Túnez, cerca de la capital. Se ubicaba en un istmo, una franja de tierra unida al continente africano y protegida por una triple muralla. Era emplazamiento privilegiado, ubicado en lo alto de un promontorio que dominaba las cuencas occidental y oriental del Mediterráneo.

Organización política de Cartago

La República de Cartago era gobernada por una oligarquía comercial, no muy diferente de la República de Roma, aunque no se conocen muchos detalles.cabezas del estado eran los sufetes (literalmente, "jueces"; En sus inicios, los sufetes eran capitanes militares, además de realizar funciones judiciales y administrativas.Sin embargo, los sufetes fueron perdiendo gradualmente las funciones militares, hasta desvincularse por completo de las mismas.
El siguiente órgano de gobierno era el Consejo (συγκλητος), constituido por varios cientos de individuos. Las familias acaudaladas e influyentes se hallaban representadas en el mismo. El Gran Consejo nombraba a la mayor parte de los cargos de la ciudad, como el Senado de los Cien (γερουσια), un comité selecto que dirigía todos los procesos del Consejo, o las Pentarquías, grupos de cinco individuos que se ocupaban de los departamentos estatales y cubrían vacantes en el Senado. El Senado o Consejo de los Cien[1] era sin duda el órgano con más poder, compuesto en su totalidad por poderosos aristócratas. Su gobierno se orientaba más a prevenir la acumulación de poder en manos de individuales ambiciosos que a aumentar los derechos civiles o mejorar las condiciones sociales del pueblo.
El pueblo, sin embargo, estaba contento. Por medio de una Asamblea, elegía anualmente a los sufetes bajo ciertas restricciones, a los generales con libertad, y probablemente cubrían vacantes en el Gran Consejo. En el caso de que el Consejo y los sufetes no se pusieran de acuerdo, la asamblea discutía y determinaba medidas políticas. Las cuestiones militares, como tratados de paz, declaraciones de guerra y similares, eran llevadas a menudo a la asamblea, aunque no necesariamente.

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