La civilización de Tartessos
Tartessos es una civilización vinculada a las culturas mediterráneas que emigraron hacia península Ibérica en torno al 1000 a.C. La cultura tartésica se desarrolla en la costa suroeste, en las actuales provincias de Huelva, Sevilla y Cádiz. Podemos distinguir dos etapas bien diferenciadas, la geométrica y la orientalizante.
El periodo geométrico, que coincide con el bronce final, se extiende desde el 1000 a.C. hasta el siglo VIII a.C. A partir de este momento se produce la colonización fenicia, que desde su establecimiento principal en Gadir (Cádiz) introducirán cambios importantes en la cultura tartésica.
El declive de Tartessos se produce alrededor del siglo VI a.C. y está íntimamente relacionado con el debilitamiento del comercio fenicio en las costas andaluzas.
Fases del arte tartésico
Perido Geométrico
El periodo geométrico constituye la primera fase del arte tartésico y sus características son muy modestas.
Arquitectura
Los asentamientos, sin planificación urbana, son poblados de pequeñas cabañas de planta circular, realizadas en barro y con elementos leñosos en los tejados.
Las construcciones de más envergadura, principalmente amurallamientos, se detectan a finales de este periodo, en el siglo VIII.
Es el caso de la muralla de Carmona (Sevilla) o las de Tejada la Vieja (Escacena del Campo, Huelva), formadas por dos muros de piedra sin labrar y con relleno de piedras y arena.
Cerámica
La cerámica es una de las principales manifestaciones artísticas de este momento. Suele realizarse a mano y con torno lento de alfarero. Encontramos dos tipos diferentes, una oscura con motivos bruñidos y otra, conocida como la El Carambolo, con decoración pintada. En ambos casos, la ornamentación es de carácter estrictamente geométrico, incluyéndose de vez en cuando figuras vegetales o animales estilizados.
El repertorio formal de la cerámica bruñida es muy sencillo, predominan los cuencos y los carretes para soporte de vasos de fondo curvo. Estos últimos son una producción muy característica con forma de diávolo.
Normalmente son de color grisáceo o pardo y el bruñido, que se da fundamentalmente en el exterior, da a los objetos un aspecto metálico.
El repertorio formal de la cerámica pintada es más rico. A los tipos habituales de la anterior añade otros nuevos, como los vasos grandes y cerrados. La decoración, también en el exterior, se realiza a base de motivos pintados en rojo sobre el color ocre o el anaranjado del fondo
Estelas funerarias
Las estelas funerarias son otro de los elementos típicos de este periodo. Son monumentos hechos en rocas duras, sin tratar y se grababan eligiendo la superficie más apropiada para la representación. Se caracteriza por la rudeza de la talla, el geometrismo y el esquematismo de sus imágenes.
Se clasifican en tres tipos. El más sencillo es el que presenta como motivo central un escudo redondo con corte angular flanqueado por una lanza y espada. El segundo tipo es una variante del anterior, resultado de añadir otros elementos como cascos, arcos, flechas o un carro de guerra. En el tercer tipo, aparece la presencia de la figura humana. Cuando esto sucede, la figura ocupa el lugar donde se sitúa el escudo y junto a la figura humana se representan los mismos elementos anteriores.
El ejemplo más destacado lo tenemos en la estela de Ategua, Córdoba.
Periodo orientalizante
A partir del siglo VIII a.C., la producción artística tartésica se empapa de elementos orientales provenientes la colonización de los fenicios. El geometrismo y la sobriedad de la primera etapa darán paso a un nuevo naturalismo oriental, hasta el punto de que resultará difícil distinguir las obras tartésicas de las fenicias.
Arquitectura
Las mejoras de los asentamientos tartésicos son evidentes tanto en los trazados urbanos como en la arquitectura doméstica, donde se sustituyen las anteriores cabañas de plantas redondeadas por otras rectangulares.
Este cambio es evidente en el poblado bajo del Carambolo, en el Cerro Macareno, en la Colina de los Quemados e incluso en Tejada la Vieja o en Puente de Tablas.
Cerámica
La cerámica experimenta importantes mejoras técnicas, como el engobe rojo o la decoración con motivos pintados orientalizantes. Se impone el torno rápido de alfarero frente a las anteriores hechas a mano o en torno lento, que permite un mejor acabado y unas paredes más finas.
Se añaden además nuevos repertorios con decoración figurada, animales fantásticos, o flores de papiro y loto.
A este tipo pertenece un gran recipiente hallado en Lora del Río (Sevilla), decorado con un friso de animales y con motivos florales limitados por bandas geométricas.
Artes suntuarias
Es en las artes suntuarias donde mejor se manifiesta el nivel alcanzado por Tartessos. Proliferan los objetos de lujo como las vasijas y los adornos de bronce, los productos de marfil o las joyas de metales preciosos.
Se han encontrado numerosos tesoros en las excavaciones de tumbas y poblados. Los más destacados son el tesoro de El Carambolo (Sevilla) o el de Aliseda (Cáceres).
El tesoro de la Aliseda está formado por gran cantidad de joyas de oro decoradas con filigrana y granulado, colgantes, collares, pendientes, brazaletes, una diadema y un cinturón.
El tesoro de El Carambolo lo componen veintiuna piezas de oro, entre ellas, dos pectorales, dos brazaletes, un collar.
En metal también elaboran y decoran bocados de caballo u otros elementos relacionados con la ganadería. De gran interés son el llamado bronce Carriazo y los del tipo del Berrueco.
El bronce Carriazo, hallado en Sevilla ofrece una bella composición, corresponde a una divinidad de animales y plantas, con los atributos de dos patos dispuestos de forma simétrica. La pieza podría corresponder a un bocado de caballo.
Los bronces hallados en el Cerro del Berrueco (Salamanca) representan muy esquemáticamente a una diosa de la naturaleza. Tiene cuatro alas en aspa, flores brotando del cuerpo y un disco solar en el centro.
A partir del siglo VI a. C. la civilización tartésica entrará en decadencia debido a la crisis fenicia.
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